Llega un momento, en el que tienes tantos problemas, que piensas que no tienen solución, y te dicen que si tienen, pero tienes que encontrarla, y tu insistes en que no, que no la encuentras, pero, ¿sabes? Todo problema tiene su solución, y no es cuestión de encontrarla, sino de saber buscarla. Unos meses atrás, fueron los peores meses de mi vida, en el que me pasaba exactamente eso, y suelen decir que lo que no te mata, te hace más fuerte y que maduramos con los daños, no con los años, ¿no? Pues yo he aprendido que no merece la pena sufrir, por alguien que no supo valorarte. He aprendido que a veces, con quien más nos peleamos, es con quien más nos queremos. Que la vida, no todas las personas que te pone por tu camino son las correctas, algunas son simples lecciones para que cuando venga la destinada, estés preparado. He aprendido que si hay cosas que te duelen, que te matan por dentro, no debes callártelas, porque fingir que no duele, duele el doble. He aprendido que a pesar de la distancia, esos km jamás separarán lo que un día unió el destino. También he aprendido que por más que ayudes a una persona, nunca se dará cuenta, pero cuando cometes un error, no lo olvida nunca. He aprendido que lo que mal empieza, mal acaba. Y al fin y al cabo, quien te quiere, te busca, porque a pesar de todos los problemas que hayáis podido tener, si de verdad le importas a alguien, y si de verdad el destino quiso que estuvierais unidos, esa persona siempre volverá a ti. Y por simples enfados, peleas, no te amargues ni te deprimas, porque recuerda que, si tú no le sonríes a la vida, nadie lo hará por ti.
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