Dicen que enamorarte solo lo haces una vez en la vida. Los demás serán amores de niños, u obsesiones. Creo que esta vez opto por la segunda. Estoy obsesionada contigo. Con tu sonrisa, con tus ojos, con tu pelo, con todo lo que tenga que ver contigo. Estás tanto tiempo metido en mi cabeza, que ya me estoy hartando de ti, quiero matarte, para ver si así sales de ella, pero creo que mataría dos pájaros de un tiro, porque moriría contigo, porque ¿sabes? Estando tu vivo también lo esta mi corazón, con lo que tienes dos de ellos, aunque uno está un poco hecho pedacitos, como un puzzle, y solo tú puedes resorberlo. Aunque tu no lo sepas, fue un regalo que te hice aquel 14, el día que me enamoré de ti. Y que si algún día el tuyo te falla, puedes utilizar el mío, aunque este destrozado, funciona más o menos bien. No entiendo por qué el destino te puso en mi camino, creo que te equivocaste de ruta, tú o yo, el caso es que no me correspondes, lo sé, a si que creo que alguno de los dos tendrá que tomar otro camino, ¿pero sabes el problema? Que me he acostumbrado a ti, y no puedo estar ni un solo segundo sin verte, sin rozarte, sin olerte, necesito a mi corazón y a mi vida para sobrevivir, y las dos cosas las tienes tú. Dime, ¿Por qué me haces esto? ¿Cómo lo haces? ¿Cómo consigues sacar de mí lo que nadie consiguió? ¿Cómo consigues sacarme esa sonrisa tan tonta que al oírla pensarán que estoy loca? ¿Cómo consigues que consiga tocar el cielo nada más ver esa sonrisa que tienes que levanta mil muros? ¿Cómo consigues ser tan jodidamente perfecto? Esas preguntas rondan por mi cabeza todos los días, horas, minutos y segundos. Duele muchísimo ver como tu eres feliz con ella, como a veces pasas de mi, como a veces me dices esas cosas que me clavan miles de estacas en el corazón, aunque no lo tenga, lo siento, como ningún día puedo ni puedes contestar a todas esas preguntas, pero ¿sabes? Llega un momento, que cuando sufres por lo mejor que te ha pasado en la vida, te acostumbras al dolor.
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