No valieron la pena esos días de sufrimiento.

Vale, sí, vengo a escribirte otra vez. Sinceramente, no sé que decirte. Bueno, sí, que ahora es casi todo distinto. Ya nada es como antes. No sé por qué ha sido. Habrá sido por aquella decepción…Cometiste un error, y ¿Sabes? Me alegro, me alegro mucho, porque gracias a eso, mi estado de ánimo no depende tanto de ti. Las mariposas de mi estómago, han ido muriéndose poco a poco. En verdad, mentira. Esa noche estalló una bomba dentro de mí y mató a miles de mariposas. Aunque eso no significa que aún no hayan dentro. Sigues siendo muy importante para mí, pero ahora solo te veo como amigo. Llegó la hora de hablar de mi corazón. Te lo llevaste por unos días, de vacaciones, aunque unas vacaciones amargadas, tristes, irrepetibles. Devolvérmelo…No lo has hecho del todo. Lo estás haciendo poco a poco, y debo decirte que quiero que lo hagas de golpe, que así, no sufro tanto. Aunque claro, eso no lo decides tú, sino mis sentimientos y…Algo de culpa también tiene el corazón. He perdido la batalla, y el juego, aunque no me he picado, y también me he quedado a oscuras, pero cuando en la batalla luchas contra alguien inocente, y en el juego contra alguien experto, y retas contra algo sumamente grande, no hay esperanzas, además, de que prefiero esto que ha pasado. Por fin la felicidad ha vuelto a tocar a mi puerta, y esta vez, sí que no la voy a dejar que se vaya. La encerraré, con todos los medios de seguridad que hagan falta, pero eso si, la cuidaré, la mimaré, por si acaso luego me lo devuelve. Es como si la secuestrara, aunque eso sería una palabra muy fuerte, a si que en todo caso sería, una adopción sorpresa.